miércoles, 4 de octubre de 2017

Un paseo por Madrid de la mano de Sara (y compañía).

Desde que era niña, el sueño de Sara había sido vivir en Madrid y pasear por sus calles, respirar la ciudad y empaparse de ella, tener un pisito en el barrio de las letras con el amor de su vida... Y aunque su vida se pone patas arriba, hay una cosa que no cambia: Madrid. ¿Te vienes a dar un paseo con ella y sus amigos por sus calles?
El Uno de Molina fue un local que se puso de moda allá por 2011 y que actualmente está reconvertido en un MásQMenos, situado en la calle María de Molina nº, en el exclusivo barrio de Salamanca. Esta franquicia mantiene la exquisita coctelería y los licores premium del Uno de Molina y añade además una variedad de productos de primera calidad para comer. En este local, Sara se encuentra por primera vez con Jorge... ¡y saltan chispas!
El Barrio de las letras es una zona del distrito centro de Madrid La zona queda delimitada por la calle Cruz y la plaza Jacinto Benavente, el paseo del Prado, la carrera de san Jerónimo y la calle de Atocha. Debe su nombre a la gran actividad literaria desarrollada a lo largo de los siglos XVI y XVII y a que algunos de los literatos más conocidos de la época fijaron su residencia en sus calles. No es de extrañar que este fuera el "barrio" predilecto de Sara a la hora de fijar su domicilio con Héctor.


Alex y Rober fijaron su residencia en Malasaña, una pequeña zona del barrio Universidad al que apodaron, precisamente, como Malasaña a raíz de la calle dedicada en 1879 a la familia Malasaña y desde 1961 a la joven costurera Manuela Malasaña, asesinada por las tropas napoleónicas durante las jornadas de represión posterior al Levantamiento del 2 de mayo de 1808. Y después de la pequeña lección de historia, no debería sorprendernos que esta pareja se estableciera en un barrio moderno y cosmopolita, lleno de vida.


Ya que entramos en Malasaña, nos acercamos a Picnic, el local donde Gonzalo sirve copas y se gana la vida mientras aparca su sueño de vivir de la música. Situado en la calle Minas 1, es uno de esos sitios recomendables para tomar un café con algo dulce a media tarde. Buena música, actividades culturales, conciertos, sofás, decoración chula y en la planta de abajo rincones agradables con poca luz de los que esconderse del  ruido y poder hablar...


Seguimos de bares por Madrid para adentrarnos en Ocean (Calle San Vicente Ferrer, 27) un rock bar para empezar una despedida de soltera como la de Nuria o una noche de confesiones con Jorge.

Nos movemos a La Vía Láctea en la calle Velarde 18, lleva más de 25 años amoldándose a la escena actual pero sin perder su esencia.

De ahí pasamos a MadKlyn (San Andrés 12), un local un tanto extraño donde tomarse unas copas con un platito de galletitas saladas... y meter un poquito la pata cuando no vas muy serena. ¿Verdad Sara?

Dejamos ya los bares de Malasaña, pero no nos alejamos mucho porque a nuestros protagonistas les gusta salir de copas, pero también les gusta comer y celebrar. Por eso Nuria elige Mythos (mención especial aquí a mi compañera de letras Marta Sebastián, que me descubrió el lugar ideal para juntar a este grupo de amigos) un restaurante griego de la calle Apodaca 20 para celebrar su despedida de soltera.


¿Y qué mejor para celebrar un cumpleañs que un restaurante de cocina fusión? Por ejemplo, Yakitoro by Chicote, en la calle Reina 41. Las raciones son tipo tapa, pequeñitas, pero buenísimas. Mi recomendación personal: el algodón de azúcar de postre. ¡Delicioso!

Y para elebrar un triunfo empresarial, el bar de las peinetas, el Estado Puro (Plaza Cánovas del Castillo 4), otro bar de tapas con vistas al Museo del Prado en el que picar algo.

Volvemos al Barrio de las Letras, a la Plaza de Santa Ana, concretamente a Mauna-Loa un bar hawaiano con (enormes) cócteles variados donde tomar algo con los amigos y reconciliarte con la vida... o el amor. O si no que le pregunten a Sara.


Y si hay un lugar mítico donde amanecer en Madrid, esta es, sin lugar a dudas, la chocolatería San Ginés, en el pasadizo de San Ginés 5. Un chocolate con churros, las primeras luces del día en Madrid y un puñado de amigos son suficientes para arreglar el mundo, aunque sólo sea por una noche.


Me dejo muchos lugares, muchas calles. Me dejo esa calle Serrano por la que Sara vuelve a casa andando y divagando sobre su relación; esa Gran Vía que recorre frapuccino en mano junto a Natalia; esa Calle Mayor donde un día, por casualidad y a pesar de toda la gente que atesta la acera, se encuentra de frente con Gonzalo... Pero si de verdad quieres recorrer y vivir Madrid de la mano de Sara y sus amigos, empieza a leer No llores por los hombres. ¿Vienes?

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Un café con Sara

Quedé con Vanessa en El Café de la Luz a las cinco. Llevaba semanas hablando con ella, preparando la cita para una de sus próximas visitas...